DEMASIADO TARDE

Mientras los minutos pasaban, un hombre bebía incesantemente aferrado a una botella de licor que ya estaba punto de acabarse,  no hablaba con nadie,  ni siquiera  el sonido estruendoso de la vieja rocola lo desconectaba  de su meditabundo estado.  Los que estaban en esa vieja cantina lo miraban extrañados, aquel forastero que llegó esa noche a la cantina de don Pietro denotaba un semblante entristecido, como si la misma muerte hubiese hecho fiesta en su corazón.


Una canción lo desconectó de su catarsis, yo te enseñaré a olvidar, te enseñaré a decir te quiero…  decía el coro de aquella salsa colombiana, y en ese mismo momento una lágrima se apoderaba lentamente de su rostro. El cantinero escuchó levemente su lamento- no pude enseñarle a decir te quiero, fui un mal profesor, no pude enseñarle a quererme- . Cuando terminó la canción el hombre intentaba secar sus lágrimas con la manga de su camisa a cuadros, intentaba disimular su lamento pero era  inevitable.

-Hermano te sirvo otro trago- le dijo el cantinero mientras limpiaba un vaso-
- No, gracias, más bien, dame otra botella-  replicó- y el hombre sacó de su bolsillo varios billetes y entregándole uno le ordenó que se apure. Cuando terminó de beber la segunda botella, el hombre intentó comprar más, pero ya no articulaba las palabras correctamente, su lenguaje no era entendible, pero con el dinero que tenía en el bolsillo todos en esa cantina fácilmente podían comprenderle lo que quisiera.  A las 3 de la mañana y con tres botellas de ron,  el hombre estaba tan ebrio que se había quedado dormido sobre la barra de la cantina,  y dentro de sí mismo el cantinero planificaba como sacarle todo los billetes que había visto en el bolsillo del hombre, esperaba que su jefe, don Pietro,   se aleje de la barra para cometer su fechoría.  El dueño de la cantina se fue a descansar a la parte posterior de la barra y le encargó el negocio a su ayudante, este aprovechó para sacarle hasta el último  billete del hombre que estaba totalmente dormido. Una hora después,  el hombre que había tomado incesantemente despertó,  confundido, mirando a los lados para reconocer donde estaba,  intentó pedir la cuenta, pero el cantinero le mencionó que ya había pagado, y tambaleándose  se fue de aquella cantina.  Cuando llegó a la esquina de la cantina, la calle estaba vacía, una tenue luz intentaba armonizar con la madrugada. Mientras el hombre caminaba apoyándose en  las paredes,  un recuerdo consumía lentamente su interior, la mujer que amaba tanto, lo engañó y lo dejó por otro hombre,  su padre.  La rabia y la tristeza se apoderaban de él  y mientras su paso era cada vez más torpe, dos hombres  se le acercaron y le pidieron dinero, él los rechazó,  trató de esquivarlos  pero aquellos hombres lo comenzaron a golpear, el alcohol había menguado sus fueras y su razón, mientras uno de ellos le daba de patadas en la cabeza el otro le rebuscaba todos los bolsillos,  y  enfurecidos los ladrones al ver que este borracho no tenía dinero lo golpearon tanto que lo dejaron inconsciente,  de su cabeza emanaba mucha sangre , lo dejaron sin zapatos y sin camisa.

Al día siguiente cuando despertó,  el hombre no recordaba nada, sólo un inmenso dolor de cabeza estaba presente al igual que su rostro lleno de sangre. Se levantó con mucho esfuerzo y comenzó a caminar. No sabía dónde iba, ni mucho menos recordaba  que es lo que le había pasado decidió sentarse en la banca de un parque, se agarraba la cabeza, la gente que caminaba por ahí lo miraban extrañados  y se retiraban, el dolor que sentía era tanto que en la misma banca se quedó dormido, cinco horas después despertó y  se levantó de la banca e intentó pedir ayuda a un patrullero de la policía pero ellos se negaron,  -es un fumón más- se dijeron y se marcharon, trató de identificarse pero no tenía su billetera, los recuerdos de quien era él  aún eran difíciles de recobrarlos, caminó nuevamente al parque se sentó en otra banca y se percató que en aquella banca había un polo sucio pero entero, se lo puso e intentó recordar quién era mientras que el dolor  era cada vez más intenso como su olvido.

El hombre comenzó a deambular por las calles, la gente lo miraba como si fuera un loco o un drogadicto más que habitaban por esas calles, el comenzó a asumir que de verdad estaba loco, empezó a caminar cuesta abajo de la ciudad sin saber donde estaba y sin conocer a nadie,  llegó a un barrio donde se comercializaba droga  y la prostitución adornaba las calles derruidas y semi oscuras de aquel barrio, El hombre con el transcurrir de los días  se entregó a la droga,  el dolor de cabeza era reemplazado por pasta básica de cocaína, marihuana   y alcohol. La falta de apoyo de las demás perosnas lo llevaron poco a poco a la destrucción, si tan solo alguien le hubiese preguntado, ¿estás bien?  ¿te puedo ayudar en algo? su vida hubiese sido salvada, aveces la ignorancia del hombre es un arma más destructiva que muchas bombas nucleares.
Empezó a pedir comida en la calle y a comer las sobras que encontraba en los basureros, el vicio mortal hizo que el gusto por la comida sea mínimo, empezó a limpiar carros para ganarse algunos centavos y comprar más droga, su hogar desde ese día era un fumadero,  una esquina  o alguna casa  abandonada  y su cuerpo así como su rostro se volvieron más escuálidos  y en vez de recobrar la memoria el hombre la perdió por completo.  Nadie preguntó por él desde aquel día en que se le vio borracho,  ni mucho menos nadie lo buscó. 

Dos años después,  una  pareja de recién casados  que comían en un restaurant, se percató que tras las ventanas alguien le pedía un poco de comida, alguien con los ojos sobresalidos y el rostro enflaquecido  les pedía un poco de comida y de pronto , al ver el rostro de la joven madre, una lágrima se apoderaba del rostro del hambriento,  los recuerdos  de sus clases de literatura que dictaba  en la universidad llegaron rápidamente,  los recuerdos de unos preparativos de matrimonio hicieron  que hombre  consumido por el vicio pueda llorar más, es ahí que recordó a su familia, a sus amigos y quien era él, pero ya era demasiado tarde.