“Se dice que si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro”.
Sun Tzu
1996
Ya eran casi las 6 de la tarde y todos estábamos ahí, el Pelagato , Omar , Leiva, el Jóse , el loco habas y yo. Esperábamos a las chicas del colegio Tacna como era costumbre. El Ovalo Balta se había convertido en el sitio predilecto para enamorarse, concretar fiestas, escapadas de colegio y toda clase de euforia adolescente que se pueda fabricar. Pero sabíamos que los del Melitón Carbajal también a veces pasaban por ahí, algunos de ellos no eran de Barranco, eran de chorrillos o de San Juan, y como nosotros, ellos también tenían predilección por las chicas del Tacna. El Chino Haller saca un cigarro como para llamar la atención, Leiva en cambió fue a buscar a su enamorada pero al parecer no había llegado. El loco habas estaba mirando atentamente cada bus con una piedra en mano como para reventar la luna si eran los de Melitón o para pasar la voz si era los del Alfonso Ugarte, nuestros aliados, a los 10 minutos de estar en el ovalo, mi enamorada me suplicaba que no me meta en webadas, que no esté buscando bronca a nadie porque puede ser peligroso y todo lo demás. Por instantes quise hacerle caso, quise ser el joven que mis profesores y padres querían que sea, deseé darle un beso y llevármela lejos de ahí, pero sabía que todos me mirarían como cobarde, como alguien que abandonó a sus amigos en los peores momentos que se venían llegar...
Ya eran casi las 6 de la tarde y todos estábamos ahí, el Pelagato , Omar , Leiva, el Jóse , el loco habas y yo. Esperábamos a las chicas del colegio Tacna como era costumbre. El Ovalo Balta se había convertido en el sitio predilecto para enamorarse, concretar fiestas, escapadas de colegio y toda clase de euforia adolescente que se pueda fabricar. Pero sabíamos que los del Melitón Carbajal también a veces pasaban por ahí, algunos de ellos no eran de Barranco, eran de chorrillos o de San Juan, y como nosotros, ellos también tenían predilección por las chicas del Tacna. El Chino Haller saca un cigarro como para llamar la atención, Leiva en cambió fue a buscar a su enamorada pero al parecer no había llegado. El loco habas estaba mirando atentamente cada bus con una piedra en mano como para reventar la luna si eran los de Melitón o para pasar la voz si era los del Alfonso Ugarte, nuestros aliados, a los 10 minutos de estar en el ovalo, mi enamorada me suplicaba que no me meta en webadas, que no esté buscando bronca a nadie porque puede ser peligroso y todo lo demás. Por instantes quise hacerle caso, quise ser el joven que mis profesores y padres querían que sea, deseé darle un beso y llevármela lejos de ahí, pero sabía que todos me mirarían como cobarde, como alguien que abandonó a sus amigos en los peores momentos que se venían llegar...