
Como toda persona que tiene la suerte de trabajar en este país he hecho de mi vida prácticamente una rutina, desde que uno abre los ojos hasta que los cierra. Pero en ocasiones hay eventos en que nuestra rutina es interrumpida violentamente, tal vez al ver un accidente de tránsito (o ser parte de ella misma) vivir la experiencia de un asalto o algo parecido…
Después que abordé el metropolitano en la estación central de Matellini dos estaciones más adelante subió un señorita que paralizo mi mente y sólo por ese instante conocí el cielo y sus virtudes, sus cabellos eran largos y ondeados como si el viento estaría eternamente en ella, sus ojos grandes y verduzcos hacían juego con sus delgados labios, terminando así de construir una perfecta melodía hecha mujer, fue una casualidad que yo haya mirado a la puerta para ver quien subía, y cuando ella entró parecía que los rayos del sol adornaban su figura y algunas palomas blancas volaban lentamente a su alrededor.